La comida, finalmente, nos evoca momentos en nuestra vida, nos trae a la memoria, imágenes, olores, sabores, personas, lugares.
Qué fantástico que un platillo, de repente pueda detonar algo en nuestra mente que nos remonte al pasado, a momentos placenteros. Hoy cuando hacía los postres para la cena de mañana tuve esa sensación de la que hablo, al probar el arroz con leche para saber como estaba de azúcar, mi memoria me llevo a los años en que vivía mi queridísima abuela, reina y señora de la cocina de nuestra casa, sentí, aunque brevemente, ese confort, esa calidez, ese amor que con sus platillos ella me daba. Para rematar, debo confesar, que después de pasar el mencionado postre a una fuente (refractario), me dediqué a rebañar y chupetear la cuchara y la olla, como ella me lo permitía cada vez que decidía agasajarnos con este postre, no saben como lo disfruté, volvió la niña de aquella época, GRACIAS ABUELA. Un beso donde quiera que estés.
Quiero agradecerle a mi madre quien pacientemente nos volvió a dar la receta y a solucionar dudas para que el arroz con leche que hice hoy pudiera quedar tan delicioso como para provocarme esta ola de sensaciones.
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